Continguts del Decálogo comunicación, sección Compromiso con la mujer de la web de Ausonia
Los contenidos de esta sección han sido desarrollados por:
Dr. Jordi Sasot. Psiquiatra Infanto-juvenil. Coordinador de la Unidad de Paidosiquiatría.
Dra. Rosa Mª Ibáñez. Psicologa Infantil. Unidad de Paidosiquiatría.
Enllaç al web d'Ausonia: Decálogo comunicación Ausonia
Web ausonia. Compromiso con la mujer. Decálogo de comunicación.
1. Tenemos que recordar que fuimos adolescentes
La adolescencia es una etapa nueva y extraordinaria de la vida que los adultos también conocieron.
Quizás las formas de nuestra sociedad son distintas en su repercusión vital adolescente, pero el trasfondo es tan igual al que vivimos que no nos debe plantear ningún temor.
No es cierto que hoy en día es más difícil educar. Quizás la respuesta es que hacemos difícil lo fácil, que complicamos la educación mediante la sobreprotección, la falta de diálogo, de tiempo, etc,… en el fondo "la asignatura" es la misma y quien no estudia, no aprueba.
Los padres reviven en esta etapa su propia adolescencia. Se recuerdan los momentos de ilusión y de vida intensa. Sin embargo, también revivir antiguos sentimientos puede ser doloroso, porque salen a la luz "asignaturas pendientes". Se recuerdan viejos deseos no alcanzados y se lamentan antiguos errores. En este sentido, aunque sin precisión, se renuevan viejos sentimientos que pueden afectar la relación con la hija o el hijo adolescente.
Es fundamental ser consciente del origen de estas emociones y entenderlas, sólo así los padres pueden usar sus experiencias en la vida para ayudar a sus hijos adolescentes.
2. Siempre hay que observar antes de hablar
El lenguaje no verbal, siempre expresa las emociones y los sentimientos. La mirada, el movimiento de los ojos, la fuerza de las manos, la búsqueda o el alejamiento del contacto físico y la apariencia (vestido, cuidado personal, aseo, etc…) hablan por sí mismos.
Siempre hay que hacerlo de forma natural y espontánea, lo que significa que estos momentos no se buscan, se encuentran.
Observar no es descubrir, tampoco es aconsejable deducir una respuesta, sin cotejar lo observado.
Y siempre hay que observar con afecto, evitando expresar connotaciones negativas como temor o recelo.
3. Escuchar nos permite comprender
Como seres humanos tenemos tendencia a hablar y no nos percatamos de que tenemos dos oídos y una sola boca. ¡Por algo será!
Escuchar nos permite conocer el grado de empatía de nuestros hijos adolescentes, o lo que es lo mismo, saber cuál es el momento más adecuado para hablar con ellos.
El simple hecho de escuchar, escuchar con interés y atención, permite al adolescente razonar, no dejamos de ser un espejo en el que se reflejan sus pensamientos.
Utilizar los silencios facilita la reflexión, siempre con prudencia y evitando los instantes de tensión.
Escuchar no requiere siempre respuestas verbales, podemos utilizar el lenguaje no verbal comunicando afecto y facilitando una mejor expresión de las emociones del adolescente.
4. Pensar es ser uno mismo
Pensar significa analizar, analizar sin fronteras las idas y pensamientos de nuestros hijos adolescentes.
Pensar hoy en día es en el fondo luchar contra el mimetismo que nos condiciona a hacer lo que hacen, en hacer lo que nos aconsejan, bien libros o especialistas, sin filtrar esta cultura multimedia mediante nuestra experiencia.
Para educar los padres han de ser ellos mismos. Se quedarían absortos si conocieran cuántos opinan incluso académicamente, sin ser padres ni tener hijos.
Sean Vds mismos por favor, la riqueza que buscan sus hijos está en su experiencia, piensen siempre en ella.
5. Comunicar es el factor clave en educación
La comunicación es más fácil con preguntas abiertas que permiten explayarse en la respuesta: "Cuéntame más sobre esto", "¿Cómo te sentiste?".
Ir resumiendo los puntos de los que se habla ayuda a centrar los temas y a tomar opinión.
Es bueno aclarar afirmaciones o expresiones que quedan en el aire y que sin resolución facilitan la duda o la confusión.
Al tratar temas complejos podemos usar afirmaciones que facilitan la discusión. En casos aún más embarazosos podemos utilizar ejemplos de terceras personas para permitir la proyección de ideas. Así por ejemplo, "Me han dicho que muchos jóvenes no utilizan preservativos, ¿tú qué opinas?".
Es útil también utilizar respuestas que impliquen el sentimiento de comprensión de los padres hacia los problemas de sus hijos adolescentes, por ejemplo: "Imagino que lo has pasado mal y sin poder contárselo a nadie...".
En educación el objetivo es siempre comunicar, no sólo informar. Con los adolescentes es fácil caer en el error de transmitir información, siempre indispensable, pero insuficiente. Ello requiere encontrar los momentos y los lugares adecuados. A veces es más fácil comunicarse con los adolescentes en entornos no familiares, en ambientes neutros e independientes. Y los momentos no son fáciles de encontrar, pero existen y siempre es mejor compartirlos. El interés deber ser mutuo, debe existir comunicación, el aprendizaje siempre
debe ser común.
6. Hablar es fácil en los momentos oportunos
La información que poseen los adolescentes actuales es muy completa, pero en general sólo en las formas, con lo que las dudas y las contradicciones están siempre presentes. Hablar corresponde fundamentalmente a los padres, no a la escuela que sí que tiene un
papel, pero secundario. Los padres no sólo informan, fundamentalmente forman.
Así pues, por ejemplo, en la educación sexual hablar es incompatible con delegar, quien debe formar son los padres, no la escuela. Hay que hablar de anatomía sexual desde la etapa preescolar y hacerlo de fisiología antes de iniciar la adolescencia, es decir ya antes de la
etapa puberal.
Los adolescentes agradecen ser informados desde la infancia, necesitan conocer todos sus cambios antes de que ocurran y cómo no, el porqué de todo. Repito. De todo si bien de forma gradual y acorde a su madurez.
Aunque siempre es mejor hablar cuando nos lo piden, porque en apariencia el interés es mayor, no siempre es así. La vergüenza también está presente con lo que es frecuente que las primeras preguntas no lleguen.
Para los padres esto no puede ser nunca una justificación, su deber es hablar. Así, por ejemplo, a muchos padres les cuesta hablar sobre el sexo con sus hijos en términos directos y personales, con lo que muchos adolescentes interpretan el silencio de sus padres como desaprobación.
En este sentido, no sólo es importante hablar de sexualidad para que nuestra hija conozca con previsión qué es la menarquia y los cambios que condiciona en su salud física y mental, sino hablar de sexualidad en el día a día, como aspecto fundamental del desarrollo del ser humano.
7. Hay que saber apoyar
Tarde o temprano muchos padres piensan de sus hijos "A veces desearía marcharme y dejarlos, para que se las arreglen solos".
Todos tenemos problemas cotidianos en los que necesitamos apoyo personal. Hay quien cree que es mejor guardarse los problemas y resolverlos solo, otros hacen una huida hacia delante y los ignoran. Para la salud emocional es mucho mejor compartir los problemas con otras personas que nos puedan dar su apoyo, personas con capacidad para
escuchar con comprensión. Al compartir las emociones es más fácil avanzar, con lo que encontramos las soluciones.
Es básico que los padres y adolescentes identifiquen sus círculos de apoyo, es decir, aquel entorno personal que puede ayudarles a superar sus dificultades. No olvidemos que muchos adolescentes se sientan aislados porque no saben quién puede ayudarlos.
Los padres no deben esperar ser el principal punto de apoyo de sus hijos, pero sí que es importante que conozcan que si ellos quisieran, podrían serlo. A menudo el mejor apoyo que puede ofrecerse a un adolescente es animarle a que tome las riendas, pero que sepa que si te necesita, te encuentra.
8. Tolerar permite madurar
Se aprende fundamentalmente a partir de los propios errores.
En el desarrollo del ser humano hay una frase que adquiere un valor extraordinario en la etapa adolescente; "no hay maduración sin crisis".
Los adolescentes deben escoger por sí mismos sus creencias y los valores y las pautas de
conducta que seguirán en sus vidas. En esta elección, los amigos acostumbran a ser su influencia principal. Es frecuente que los adolescentes atraviesen momentos en los que tiran "por la ventana" todas las opiniones y valores de sus padres.
Todo ello produce gran inquietud en los padres, con lo que fácilmente puede desajustarse
la dinámica familiar.
Hay que saber en estos momentos marcar distancias que permitan la reflexión. Distancias controladas que permiten madurar.
Aceptar las primeras experiencias de nuestros hijos enriquece siempre las relaciones familiares. La tolerancia bien entendida genera mutua confianza, básica en la formación humana.
9. Limitar es imponer unas reglas de juego
Experimentar y correr riesgos son parte vital del desarrollo del adolescente. Éste necesita descubrir lo que le gusta de verdad y quien verdaderamente es.
Los comportamientos de riesgo en la actividad sexual del adolescente les pueden conducir a situaciones de gran trascendencia para su porvenir: el embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual.
Los adolescentes necesitan que se les pongan límites. Aunque se pongan por negociación y acuerdo mutuo, son necesarios. No olvidemos que no les gustan los padres permisivos, que no les ponen ningún límite, como tampoco los padres autoritarios que imponen límites rígidos sin explicaciones.
¿Cuáles son las reglas de juego en la adolescencia?
Recuerda que correr riesgos es una parte importante del desarrollo adolescente, aunque en ocasiones te preocupe o atemorice.
Asegúrate de que tú y tus hijos estáis bien informados.
Respeta el modelo que has establecido siendo consecuente con tus decisiones.
Discute los riesgos procurando alcanzar un acuerdo sobre lo que puede experimentar.
Negocia y cede si es necesario.
Y no olvides que limitar no traumatiza y sí educa, concretamente en una de las claves de la vida: desarrollar la capacidad de frustración.
10. Intimar es llegar
Al hablar con nuestra hija o hijo adolescente, especialmente en el ámbito de la sexualidad, hay
que saber utilizar una delicadeza especial. No olvidemos que su actividad sexual empieza ya a formar parte del presente, no del futuro.
En base a ello necesita una zona de respeto y privacidad, espacio que forma parte de la consolidación de su identidad. Lamentablemente el hecho de recabar sus opiniones y procurar entender sus valores, es interpretado a menudo como una intromisión en su vida.
Intimar requiere personalizar en los momentos oportunos. ¡Qué mejor oportunidad para fortalecer la relación padres-hijos que poder hablar abiertamente de nuestras propias vivencias! Compartir con nuestros hijos las primeras experiencias o los primeros deseos y emociones permite alcanzar un nivel de empatía que realmente vive y forma.
Llegar a intimar en educación sexual es una de las mejores claves de relación personal entre padres e hijos.
Lograrlo no es fácil, pero su esfuerzo merece siempre la pena.