La agresividad es una respuesta adaptativa del ser humano. La diferencia de agresividad con violencia es que esta requiere de un aprendizaje previo. Los niños no nacen violentos, pero sí que pueden existir factores de vulnerabilidad neurológica en la infancia que pueden facilitar un aprendizaje de la violencia. Uno de ellos es la ausencia de un adecuado control del impulso.
A partir de los 18 meses pueden ya observar conductas hostiles hacia los demás y que se convierten en agresiones verbales y físicas a partir los dos años. Cuando se busca provocar un daño físico o emocional, mediante patadas, mordiscos, golpes, insultos o expresiones despreciativas hacia los demás, convirtiéndose en la forma habitual de resolución de problemas, debemos plantearnos su posible importancia.
Dr. Jordi Sasot Llevadot
Psiquiatra Infanto Juvenil