El estado de ánimo del adolescente es variable. Es frecuente que aparezcan estados pasajeros de tristeza, pesimismo y apatía. La propia autoimagen y autoevaluación son frágiles y las actitudes y juicios del entorno pueden ser causas de esta variabilidad. Cuando hay presencia de patología, la tristeza, el pesimismo y la apatía se mantienen en el tiempo, son intensas e interfieren en la vida diaria del adolescente.
Los adolescentes con pesimismo excesivo describen sentimientos de desesperanza respecto al futuro y sienten que no vale la pena esforzarse por nada. Están convencidos de que "no son buenos", que el mundo es un lugar difícil, que son incapaces de hacer cambios al respecto y sienten desesperanza y fragilidad.
La apatía - falta de emoción, motivación o entusiasmo prolongados en el tiempo, que se produce incluso en los ámbitos de interés del adolescente -, debe diferenciarse de la "pereza" propia de la edad y vinculada a situaciones como los estudios y las responsabilidades.
En los adolescentes con tristeza, pesimismo y apatía, podemos observar también fatiga y anhedonia. La fatiga es un síntoma subjetivo de cansancio o de falta de energía en la mayor parte del tiempo y en cualquier tipo de actividad, aunque con normalidad del sueño. La anhedonia es falta de ilusión, es una pérdida del interés o placer hacia casi todas las actividades, la mayor parte del tiempo. Se manifiesta por un abandono de actividades usuales y recreativas, así como por un cambio restrictivo de las relaciones interpersonales.