Uno de los cambios iniciales que puede percibir la familia o el entorno en un adolescente con un trastorno psicótico incipiente es la presencia de un retraimiento social acentuado con una pérdida de iniciativa y de energía en general, con conductas de aislamiento, pasividad y de introversión excesiva. Son adolescentes que pueden pasar todo el día en la cama o dentro de su habitación, evitando el contacto ocular y cualquier tipo de conversación. Todo ello va generando un deterioro de su funcionamiento personal, familiar, escolar y social.
Es frecuente observar el abandono de los estudios, que se inicia ignorando sus deberes y obligaciones (viven excesivamente en “su mundo”), con una pérdida de interés en las relaciones sociales, mostrando también un cambio evidente en la conducta y en su apariencia general (habitualmente en estas situaciones dejan de dar ningún valor a su imagen e higiene personal).