Tanto en el recién nacido como en el lactante los vómitos pueden ser normales. Si son abundantes y repetidos y se acompañan de una pérdida de peso o de una alteración del estado general pueden ser señal de enfermedad (estenosis de píloro, oclusión intestinal, hernia de hiato, enfermedad general por una infección, gastroenteritis, etc.)
En el primer año de vida los vómitos frecuentes se producen por errores alimenticios. Suelen ser debidos a una sobrealimentación producida por la inquietud de los padres en satisfacer el apetito del lactante: tomas demasiado abundantes o demasiado frecuentes o por introducción demasiado precoz de algunos alimentos. También puede ocurrir, aunque es poco frecuente, que los vómitos sean consecuencia de una subalimentación por un aporte insuficiente, ya sea en cantidad (biberones insuficientes en número o en volumen) o en calidad (leches artificiales demasiado diluidas).
La presencia de vómitos en la primera infancia, descartada una enfermedad pediátrica, puede ser frecuente en niños temperamentalmente ansiosos y con tendencia a somatizar. Estos niños que en general y a partir de los dos años pueden llegar a presentar vómitos “ psicológicos” repetidos durante días consecutivos, necesitan habitualmente de atención psicofamiliar.