A menudo nos encontramos con niños que no tienen una patología o trastorno de conducta específico, sino que son niños más bien rebeldes, que les cuesta asumir y aceptar las normas. Estos, suelen no obedecer ni a padres ni a otros adultos o figuras de autoridad, y no sólo es el hecho de no cumplir alguna norma, ya que esto puede ocurrir en la mayoría de niños, sinó que estos desobedecen constantemente todo el tiempo, incluso en situaciones donde el castigo es serio.
Esto puede tener varias causas: o bien discrepancias educativas entre padres, formas muy autoritarias o muy permisivas de tratar al menor, o bien puede ir asociado a otras alteraciones conductuales más significativas.
A veces, los padres, no educan con una disciplina adecuada, o no aplican castigos o consecuencias a las malas conductas, así pues hablamos a menudo de padres demasiado sobreprotectores, que les cuesta negar cosas al hijo: el hecho de decir NO.
Así pues, el niño y la niña aprenden a tenerlo todo y a hacer lo que quieren, aunque se nieguen a cumplir normas y órdenes.
Hay que entender que los niños nacen sin conocer lo que está bien y lo que no, por eso necesitan que sus modelos educativos principales (padres y maestros) les enseñen a distinguir el bien del mal, a cumplir las normativas tanto en el entorno familiar como en otros (escolar, extraescolar, etc.), y que el hecho de no cumplir las normas puede tener consecuencias.