Un niño puede resistirse a irse a dormir por varios motivos. Puede tener miedo a la oscuridad o de no despertarse, también puede sentirse inseguro cuando está solo, por lo que puede ser incapaz de dormir sin la presencia del adulto, con lo que si se despierta, se suele acostar con sus padres. Es frecuente que los niños desarrollen sentimientos de preocupación para separarse físicamente de sus padres, dormir solos, miedo a la oscuridad, al ruido o a los ladrones.
Es importante hablar con los pequeños de sus miedos para ayudarles a superarlos. Lo que no se debe hacer en estos casos, es reírse de ello o minimizarlo, ya que esto no sirve para superar los miedos, y en vez de ello, provoca que los niños pierdan confianza en compartir su inseguridad con sus padres y alimenta sus temores. Si en cambio, es conveniente que aprendan a enfrentarse a sus temores, hay que escucharles y explicarles que tienen fuerza para superar los miedos sin decir que éstos no existan.
También se debe tener claro que hay una etapa normal del niño en el que aparecen miedos evolutivos. Por último, una forma de no apoyar el miedo del niño es facilitar su independencia, sacándolo de la habitación de los padres o de la cama de éstos antes del año de vida.