El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo con una alta carga genética, así pues encontramos antecedentes familiares en 4 de cada 5 familias estudiadas.
Ante una situación familiar en la que los síntomas de hiperactividad, falta de control del impulso, dificultades de atención y bajas funciones ejecutivas se repiten en algún otro hijo, debemos plantearnos que con mucha probabilidad nos encontramos ante una familia con una alta carga hereditaria.
Evidentemente estos casos son complejos y la dinámica emocional y el estrés familiar se altera, pero debemos ser cuidadosos en no confundir los problemas emocionales con el TDAH, no podemos confundir las consecuencias con sus causas.
Diferenciar los dos aspectos es básico en el logro de una mejor respuesta adaptativa, no es que haya un problema u otro, ambos existen y deben cuidarse, pero muy difícilmente encontraremos mejoras si ofrecemos respuestas parciales que olvidan aspectos fundamentales de la maduración cerebral.
La ciencia avanza y por suerte en neurología y psiquiatría ya hemos superado la época en que se insistía en que la tierra era plana, hoy podemos empezar a diferenciar las causas de sus consecuencias.