Fuente: http://www.tdahytu.es/tdah-trastornos-de-conducta/
TDAH y trastornos de conducta
El comportamiento infantil depende en una gran medida de la educación, fundamentalmente de la de los padres. También influye la propia carga genética del niño, aspecto que condiciona el propio temperamento. En consecuencia podemos decir que una labor educativa equivocada puede provocar, en la mayoría de los casos, alteraciones del comportamiento.
Si un niño o un adolescente está diagnosticado de TDAH, tiene una mayor facilidad para presentar problemas de conducta, con lo que su educación requiere de un buen conocimiento de sus características personales.
¿Todos los TDAH tienen problemas de conducta?
Sabemos que los niños o adolescentes con TDAH manifiestan síntomas englobados en dos grupos principales, que pueden presentarse unidos o separados: la falta de atención y la hiperactividad-impulsividad.
Los que presentan sólo falta de atención tienen menos probabilidades de mostrar un problema de conducta hacia su entorno, incluso es frecuente que ocurra justo lo contrario, por no saber expresar siempre bien sus emociones y reservar hacia su vida interior lo que otro niño manifestaría hacia su entorno.
Los niños y adolescentes TDAH en los que se observa sintomatología hiperactiva-impulsiva son más propensos a presentar trastornos de conducta.
Al perder fácilmente su capacidad de autocontrol, pueden mostrarse fácilmente agresivos y con una alta capacidad de frustración. Son niños y adolescentes que “primero hacen y después piensan”. Esta falta de capacidad reflexiva les conduce a muchos problemas, por lo que acostumbran a meterse en demasiados líos. En muchas ocasiones, sin “comerlo ni beberlo“, se encuentran justo en el momento más inoportuno y en el lugar menos adecuado. Estas conductas, al repetirse con frecuencia, facilitan que se les etiquete de forma injusta, en casa y en el colegio.
¿Por qué injusta? Porque no se comportan mal voluntariamente, sino que no pueden controlarse, su baja madurez neurológica se lo impide. En muchos casos estos niños y adolescentes tienen un “techo” neurológico que les impide dar las respuestas oportunas. No olvidemos que el córtex prefrontal del cerebro con TDAH presenta en muchos casos y en estos aspectos un retraso madurativo superior a los dos años.
Estos aspectos explicados con mayor detalle y para cada edad los encontrarán en la App “PsicoGUIA” en la AppStore.
Otros trastornos asociados que afectan a la conducta
Hasta ahora hemos hablado de los problemas de conducta de un niño o adolescente TDAH, pero puede haber otros problemas asociados de mayor relevancia y que pueden manifestarse conjuntamente con el TDAH, con lo que los problemas de conducta comentados, se complican. Hoy conocemos que aproximadamente un 40% de los niños y adolescentes con TDAH pueden presentar un Trastorno Negativista Desafiante y en menor medida un Trastorno de Conducta Disocial.
Estos niños y adolescentes desafían a sus padres y maestros, no aceptan su autoridad y en algunos casos llegan a transgredir las normas sociales, recurriendo a la violencia y a las mentiras ante cualquier frustración.
¿Qué pueden hacer los padres?
Hoy hay respuestas basadas en un correcto diagnóstico clínico especializado.
Es fundamental empezar a trabajar educativamente desde la etapa preescolar. No obstante siempre es pronto para empezar.
- Los padres deben dar respuestas educativas claras y priorizar las normas, no todo es importante.
- También y en todo momento, deben mostrar aceptación por su hijo, es decir, nunca hacer críticas personales de las que se interprete rechazo, y también y en lo posible, los padres y maestros deben de contener sus emociones, en especial si su hijo o su alumno les “sabe sacar de sus casillas”.
- También hay que saber poner límites y por qué no, hay que saber castigar: castigos breves, inmediatos a la falta y que no se perdonan (son siempre útiles y necesarios).
¿Qué mecanismos intervienen en la mejora del comportamiento?
El tema educativo es básico, pero sólo no funciona, necesita ir acompañado en estos casos del tratamiento psicológico (psicoterapia cognitiva-conductual) y psicofarmacológico oportuno. Si ponemos un ejemplo es fácil de comprender: imaginemos que nuestro hijo es un Ferrari con un buen motor pero con un bajo nivel en líquido de frenos, por mas buen piloto que sea y por mas que le enseñemos a conducir (educación de los padres y ayuda psicoterapéutica), al llegar a las curvas con alta velocidad va a derrapar (momentos de frustración). Hace falta corregir los niveles (medicación), y poco a poco aprenderá muy bien a conducir.
Y recuerden… hay respuestas, pero lo importante es empezar.
Dr.Jordi Sasot Llevadot
Psiquiatra Infantil y Adolescente.