Las alteraciones alimentarias y del sueño, descartando causas pediátricas, pueden presentarse como consecuencia de factores psicológicos, como estados emocionales alterados (estados de ansiedad) o por acontecimientos estresantes en la vida del niño y pueden constituir en su grado más agudo , trastornos de la conducta alimentaria o del sueño.
En el apetito detectaremos como irregularidad, desgana, exceso de apetito, pérdida de peso significativa, atracones o vómitos autoinducidos e incluso ideaciones corporales distorsionadas, y en el sueño podemos encontrar como alteraciones: insomnio, despertares nocturnos, hipersomnia, terrores nocturnos, pesadillas y sonambulismo.
Configurarán señales de alarma si se da un cambio o perturbación notable en el patrón habitual del hambre y del sueño, si su duración o frecuencia se vuelve inusual o si los síntomas son de elevada intensidad y frecuencia, causando malestar significativo.
Una evaluación diagnóstica tiene que valorar las causas, los síntomas presentes, así como los síntomas o trastornos asociados.