Las somatizaciones son dolores y otros malestares físicos que tienen un origen psicológico, pueden ser leves o bien configurar trastornos psicosomáticos cuando sugieren enfermedades médicas y están fundamentados en condiciones psiquiátricas.
Los niños pueden tener somatizaciones puntuales benignas, porque sus vías de expresión emocional están todavía en desarrollo y somatizan las emociones. Si las somatizaciones son recurrentes, pueden tener un valor clínico significativo.
Encontramos dolor abdominal, vómitos, cefaleas, sensación de pinchazos en el tórax o el abdomen, y descartada la causa médica, y atendiendo a una frecuencia o intensidad elevadas, la posible correlación con circunstancias ambientales estresantes o estilos de afrontamiento negativos y ansiosos, habrá que hacer un diagnóstico y tratamiento especializados.
Ante las somatizaciones no hay hacer un rodaje de especialistas, practicando excesivas pruebas médicas que puedan prolongar los síntomas (una vez descartado el origen médico), no prestar excesiva atención (que podría implicar una mayor presentación de los síntomas para captar la atención del ambiente), y hay que mantener la calma para no angustiar más al niño frente a los síntomas, distraerlo y hacer que no piense así como ayudar al niño a expresar las causas y el malestar de forma más adaptativa.