Entendemos por impulsividad el hecho de actuar sin pensar. Son niños con un bajo control de los impulsos tanto a nivel cognitivo / reflexivo, como a nivel motor / físico, así como con muy baja tolerancia a la frustración. Por otro lado, podemos destacar la impulsividad de tipo emocional, que puede ir acompañada de alteraciones del estado de ánimo en base a una inadecuada gestión emocional y que no tiene por que estar relacionada con los problemas de conducta propiamente dichos, sino que es consecuencia de la propia impulsividad asociada con labilidad emocional.
Entre los principales síntomas de estos niños y niñas, destacan:
• Hablan y actúan sin pensar.
• A menudo, se precipitan en las respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
• Ven las consecuencias de sus actos más tarde de lo habitual y cuesta que aprendan de ellos.
• Pierden fácilmente la paciencia.
• Son desorganizados en general, con sus trabajos, los horarios, etc.
• Tienen una baja habilidad de planificación.
• Muestran excesivos cambios de unas actividades a otras.
• Interrumpen o se intrometen en las actividades y conversaciones de los demás.
• Necesitan supervisión constante.
• Tienen accidentes a menudo.
• Discuten, contestan y replican.
• Responden impulsivamente.
• Les cuesta perder, siempre quieren ganar.
• Se pelean por cualquier cosa.
• Tienen dificultades para esperar su turno.
• A veces, por estas actuaciones, son rechazados por sus compañeros.
• Destrozan sus propias cosas y las de los demás.
• Habitualmente se contradicen.
• Exigen inmediata satisfacción y respuestas a sus demandas.
• Tienen muy poca tolerancia a la frustración.