La causa que origina este problema es la deficiente adquisición del hábito del sueño, es decir, existe una distorsión y desestructuración por asociaciones inadecuadas que el niño hace con su sueño, normalmente debido a cambios que realizan los padres para intentar que el niño se duerma o pautas educativas para con el sueño, disruptivas para el niño. Son niños con una actitud muy despierta, que captan con gran intensidad los estímulos que existen a su alrededor habitualmente con ansiedad e inseguridad. Suelen tener un sueño superficial durante el cual se muestran inquietos, como vigilantes, y cualquier ruido los despierta.
Pueden ser niños irritables durante el día, con gran dependencia hacia la persona que los cuida. Por otra parte, es muy importante que se establezca una rutina para acostarse, como poner una hora concreta o hacer algún ritual para que el niño se vaya a dormir, además, se ha de mantener al niño tranquilo cuando se acerca el momento del sueño. Existen toda una serie de diferencias individuales que pueden influir en el sueño del niño, aparte de las mencionadas, como la nutrición, la fatiga física y mental y otros factores externos.
Por último, es importante que los padres conozcan la función que tienen como educadores también del sueño. Tienen que marcar las directrices para ir a dormir, sobre todo ante el rechazo de acostarse del niño y la demanda de atención hacia ellos en el momento de acostarse. Tener pautas horarias y dormir un mínimo de horas, repercute en una mejor consolidación de los aprendizajes y en un adecuado crecimiento.