En los episodios de terrores nocturnos es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y empiece a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad.
No suele despertarse fácilmente aunque tenga los ojos abiertos, a pesar de los esfuerzos de otras personas para despertarlo. Si finalmente esto se consigue, el niño se muestra confundido, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor. Al día siguiente no se acuerda ni del sueño ni de lo sucedido, a diferencia de las pesadillas, en las que si se acuerdan del episodio.
En el sonambulismo la característica esencial es la existencia de episodios en los que el niño se incorpora de forma brusca de cama e incluso puede levantarse y empezar a andar. Los ojos pueden estar abiertos y la mirada fija. El niño puede pronunciar una o algunas palabras normalmente sin coherencia. También puede llevar a cabo conductas más complejas. Todo esto sucede con total indiferencia hacia su entorno.
Se llama bruxismo al hábito inconsciente que conlleva el roce entre los dientes durante la noche o el día. Suele ser consecuencia de situaciones que requieren de una gran concentración o mucha tensión emocional, reaccionando de forma inconsciente apretando los dientes, habitualmente por la noche durante el sueño. Entre los síntomas que se observan está el oír ruidos con el abrir y cerrar de la boca, el niño puede llegar también a tener dolor en la mandíbula y los dientes pueden presentar desgaste dental. Aparte de esto, esta alteración también puede ser consecuencia de parasitosis intestinal por oxiuros, y no por el estado de angustia y de tensión emocional que se ha comentado antes, en este último caso los niños pueden también reír dormidos sin causa aparente