Es la etapa evolutiva que comprende desde el nacimiento hasta la etapa preescolar.
Es uno de los momentos de desarrollo con mayor capacidad de cambio ya que el cerebro todavía se está formando. En estos años un ser indefenso y sin capacidad para sobrevivir se convierte en un niño que piensa y se emociona, que habla y corre, que se relaciona y empieza a utilizar sus experiencias.
Cualquier problema tiene ahora una solución más fácil, es el mejor momento para poder prevenir, detectar, diagnosticar y tratar cualquier trastorno neurobiológico y/o psicoeducativo.
Las expectativas y el grado de implicación de los padres en la educación de los hijos y los recursos ofrecidos para ayudarles son factores claves a tener en cuenta que influyen de forma considerable en los niveles de aprendizaje obtenido.
Influirán desventajas ambientales, culturales o económicas.
Hay actuaciones erróneas que pueden tener consecuencias en el desarrollo del niño en diferentes ámbitos (lenguaje, autonomía, desarrollo motriz...):
• Alargar el uso del chupete o del biberón puede causar dislalias.
• Utilizar un lenguaje demasiado infantil (diminutivos), no tener paciencia para dejar que se exprese (señalar las cosas en vez de decir su nombre) puede causar retrasos en el habla y lenguaje.
• Hacerle todo. No dejar que coma o se vista solo puede repercutir en su autonomía y en su desarrollo motriz (abrocharse botones, utilizar cubiertos)
• Y sobre todo sobreprotegerlos en exceso ante las dificultades. Es necesario que el niño se acostumbre a asumir las consecuencias de sus acciones y que aprenda de sus errores.
La inteligencia es la capacidad del ser humano para aprender, razonar y analizar situaciones o problemas dándoles la mejor solución a partir de las experiencias vividas.
Un retraso en el desarrollo de la inteligencia puede estar determinado por:
• Condiciones genéticas: genes anormales heredados de los padres (síndrome de Down, síndrome x frágil)
• Problemas durante el embarazo: mal desarrollo del feto, consumir alcohol, tabaco o padecer posibles infecciones.
• Problemas de salud: meningitis, varicel.la, carencias graves en la alimentación.
Dentro de la primera infancia algunas de las principales señales de alarma en el desarrollo cognitivo del niño son:
3 meses
No sigue el movimiento de los objetos
No muestra interés por el entorno
6 meses
No interactúa de forma intencional
No gira la cabeza ante los objetos
9mesos
No explora objetos y personas
No responde a su nombre
12 meses
No entiende el no
No busca un objeto cuando el escondemos
18mesos
No tiene capacidad operacional con un objeto
No sigue pequeñas normas de la vida cotidiana
2 años
No muestra juego simbólico
No imita acciones de los adultos
3años
No diferencia grande de pequeño
No empieza a dibujar la figura humana, aunque sea muy simple
4 años
Desconoce las formas, los tamaños y los colores
No hace rompecabezas de 4 piezas
Los niños nacen con predisposición para atender más a unos estímulos que a otros. Poco a poco esta atención se va haciendo más voluntaria como consecuencia de la experiencia y los aprendizajes. Con la exploración del entorno aparece una atención más controlada, motivada y cognitiva.
A partir del 2 años la atención gana control, adaptabilidad y capacidad planificadora. Este control atencional les permite a los niños fijarse voluntariamente en los aspectos más relevantes de una situación, ignorando las menos importantes. Además el niño empieza a ser capaz de pensar cuáles son las consecuencias de sus actos.
A partir de los 3 años los niños pueden focalizar la atención en actividades de corta duración y que les motiven. A los 3 años les encanta prestar atención para escuchar cuentos. El inicio de la atención sostenida les permite interesarse y participar del entorno así como facilitar la dinámica del juego.
A los 4 años, la atención comienza a tener características estratégicas, ya no desean, por ejemplo, sólo escuchar los cuentos sino mirarlos e intentar entender sus imágenes en periodos más largos de tiempo. También, por ejemplo, el niño buscará de manera sistemática algún objeto que haya perdido, mirando los lugares donde lo ha visto por última vez, de forma sostenida. A los 4 años la atención sostenida les permite no sólo juegos sino también aprendizajes de mayor tiempo de duración.
La atención se coordina con otros procesos cognitivos como la memoria, el razonamiento y la resolución de problemas.
Los niños que no desarrollan sus capacidades atentivas, habitualmente tienen problemas del aprendizaje. La detección de un trastorno de la atención se puede y debe llevar a cabo en el inicio de la etapa preescolar.
Desde los primeros días los bebés son capaces de registrar en su memoria acontecimientos, aunque se trata de situaciones sencillas. Así pues, a partir de los seis meses empieza a ser capaz de buscar un objeto cuando lo escondamos.
A partir de los 2-3 años los niños tienen memoria autobiográfica, es decir, son capaces de describir sus recuerdos.
A partir de los 4 años es útil por aprendizaje conocer si los niños destacan más en memoria visual o auditiva, no para estimular, sino para apoyar y estabilizar su desarrollo.
Los niños y las niñas descubren e interiorizan el mundo que les rodea a través del movimiento, a través del cual organizan el espacio y el tiempo. A partir de aquí también desarrollan su esquema corporal.
A través de sus acciones corporales como jugar, saltar, manipular objetos, consiguen situarse en el mundo y trabajar conceptos relativos al espacio (arriba/ abajo, delante/detrás...) y el tiempo (rapidez, ritmo, duración, hoy, mañana).
A los cuatro años es necesario que el niño tenga adquiridos los siguientes conceptos:
Conceptos espaciales:
• Dentro - fuera
• Delante - detrás
• Encima - debajo
• A un lado-al otro
• Cerca - lejos
• Junto - separado
Conceptos temporales:
• Lento - rápido
• Largo - corto
• Hoy - mañana
• Antes – después
Escribir con la mano derecha o izquierda es un factor genético hereditario, aunque puede estar condicionado por factores ambientales y educativos. Aunque ser zurdo puede complicar muy ocasionalmente ciertos aprendizajes, no está demostrado que la prevalencia de dificultades escolares sea diferente entre diestros y zurdos.
Si la dominancia de la mano, pierna, ojo y oído no recae en el mismo lado se habla de lateralidad cruzada. Este hecho, no tiene porque conllevar una patología ni problemas de aprendizaje, es decir, que la presencia de una lateralidad cruzada homogénea es un hecho evolutivo completamente normal.
Es importante que el establecimiento de la organización de la dominancia lateral se tenga claramente definida a los 5 años. Si se detecta que el niño no se define y presenta una lateralidad no homogénea es síntoma de que su desarrollo no es lo suficientemente maduro y puede tener, en algunos casos, consecuencias, por ejemplo en el aprendizaje de la lectoescritura.
También hay que tener presente que un retraso en la organización de la lateralidad de relevancia clínica nunca lo encontraremos aislado, sino habitualmente asociado a otros trastornos como, por ejemplo con dificultades atencionales u otras dificultades en la madurez neuropsicológica o psicomotriz.