Es la etapa de transición entre la infancia y la vida adulta, es la despedida de las dependencias infantiles y un continuo esfuerzo para lograr un conocimiento personal satisfactorio.
El adolescente es un viajero sin mapa, que ha abandonado una localidad sin conocer del todo la siguiente. Es una etapa de cambios continuos e inesperados que se mueven entre las libertades del pasado y las responsabilidades del futuro.
Es también, y fundamentalmente, una etapa de cambios bienvenidos, crisis bienvenidas y adaptaciones bienvenidas.
Los trastornos psicóticos son enfermedades en que los pacientes experimentan un grave malestar al tener la sensación de perder el contacto con la realidad. Los adolescentes que empeoran sus distorsiones psicóticas, normalmente no son conscientes de su falsa realidad y por lo tanto no suelen pedir ayuda profesional.
Es importante recalcar que la presencia de síntomas psicóticos en un adolescente no debe hacer pensar en un trastorno psicótico como primera opción, previamente, se deben descartar otras causas médicas, el abuso de sustancias tóxicas o de otras trastornos psiquiátricos como trastornos de ánimo, trastornos por estrés postraumático o trastornos de ansiedad que pueden cursar con sintomatología psicótica.
Uno de los principales trastornos psicóticos es la esquizofrenia. Hay que conocer el período prodrómico de la esquizofrenia, en el que un conjunto de síntomas psicóticos incipientes nos muestran la presencia de un cuadro clínico en sus inicios, todos estos síntomas prodrómicos son generalmente inespecíficos, suelen aparecer de manera gradual y constituyen lo que llamamos factores de riesgo. Los comentamos a continuación.
Uno de los cambios iniciales que puede percibir la familia o el entorno en un adolescente con un trastorno psicótico incipiente es la presencia de un retraimiento social acentuado con una pérdida de iniciativa y de energía en general, con conductas de aislamiento, pasividad y de introversión excesiva. Son adolescentes que pueden pasar todo el día en la cama o dentro de su habitación, evitando el contacto ocular y cualquier tipo de conversación. Todo ello va generando un deterioro de su funcionamiento personal, familiar, escolar y social.
Es frecuente observar el abandono de los estudios, que se inicia ignorando sus deberes y obligaciones (viven excesivamente en “su mundo”), con una pérdida de interés en las relaciones sociales, mostrando también un cambio evidente en la conducta y en su apariencia general (habitualmente en estas situaciones dejan de dar ningún valor a su imagen e higiene personal).
El adolescente con un trastorno psicótico incipiente percibe su propia identidad como alterada, se siente irreal, extraño y espectador de sí mismo. Puede sentir una extrema preocupación por ideas extrañas siempre sobrevaloradas y por cuestiones abstractas, filosóficas, políticas o religiosas, que saca en su análisis totalmente fuera de contexto, expresando miedo a perder el control de la mente.
El adolescente con un trastorno psicótico incipiente puede presentar cambios de humor repentinos con momentos de afectividad aplanada, es decir con ausencia de expresión afectiva.
Sin embargo podemos observar momentos de afectividad exacerbada con episodios de hiperemotividad, histrionismo y grandiosidad.
Los delirios y las alucinaciones son los síntomas-riesgo más determinantes en la evolución de un trastorno psicótico incipiente y nos muestran que el adolescente empieza a estar perdiendo el contacto con la realidad. Como ideas delirantes nos referimos por ejemplo a pensamientos recurrentes de que la gente se ría o hable mal de él, pensamientos ocasionales de que los demás están poseídos por alienígenas, o ideas persecutorias.
Las alucinaciones pueden ser trastornos perceptivos simples como distorsiones del tamaño o la forma, o más relevantes, como los trastornos perceptivos auditivos (por ejemplo escuchar voces) y los trastornos perceptivos visuales (por ejemplo ver fantasmas azules por la noche).